martes, 25 de noviembre de 2008

1. Desencontrados Permanentes

"Es mi primer paciente" Pensó Pedro cuando vió entrar a Clara por la puerta del 5ºB.-Pase por aca- Dijo, haciendo un gesto de dirección hacia otro ambiente del departamento.-Desvistase por favor-. Clara se desabrochó el vestido y lo dejó caer en el suelo histericamente poniendo al descubierto una piel tersa de juvelntud. Se sentó en la camilla esperando que el médico dejara de revisar sus cajones. -Acuestese por favor, coloque sus piernas en estos...- señalando los metales que sujetan los talones. Clara colocó el pie derecho sobre el metal y tímidamente fue abriendo su pierna izquierda hasta llegar a apoyar el otro donde correspondía (mientras tosía levemente de nervios). Sus músculos se encontraban tensos en una contradicción que intentaba abrirse y cerrarse a la vez. Pedro acercó su silla a la camilla y mirando la vagina de Clara tomó un espéculo y lo introdujo lentamente y con mucho cuidado mientras ella soltaba una tímida risa de dolor. -Duele mucho?- Dijo, girando su cuerpo para agarrar los elementos para el estudio. Tomó una pinza con una gaza y colocó un liquido amarillo en ella. Entre tanto, la leve tos de Clara se tranformó en un catarro de perro. Pedro miró el portaretratos de sus padres roto arriba de su escritorio mientras el espéculo siguía su recorrido hasta el piso.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Crave (Sarah Kane)

quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuánto amo estar con vos pero siguen haciéndome hacer estupideces.
yo quiero jugar a las escondidas y regalarte mi ropa y decirte cuánto me gustan tus zapatillas y sentarme en el borde de la bañera mientras te das un baño y hacerte masajes y que tu cuello moje mis manos y besar tus pies y pedir un taxi e irme con vos a cenar y que no me importe en absoluto que comas de mi plato y quedarme con vos donde sea y hablar del día y tipear tus mails y llevar tus cajas y reírme de tus paranoias y grabarte cds de música que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y comprarte sugus confitados y que te gusten mas los celestes y a mi los amarillos y ver capítulos repetidos de los simpsons y que me digas 'este ya lo vimos mil veces' y quejarme del programa de radio y sacar dos boletos de ochenta y viajar parados y sentate, no sentate vos, no sentate vos y compartir el asiento y sacarte fotos mientras dormís y levantarme para prepararte café y tostadas y scons e irme con vos al británico a tomar café a media noche y hacerte robar cigarrillos para mí y que nunca puedas encontrar un fósforo y contarte lo que soñé la noche anterior y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un ratito más y mientras besarte la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto amo tu pelo tus ojos tus labios tu cuello tu pecho tu culo tu
y sentarme a fumar en la escalera y esperar hasta que tu vecina vuelva a casa y sentarme a fumar en la escalera y esperar hasta que vos vuelvas a casa y preocuparme cuando te retrases y alucinar cuando llegues antes y darte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta no poder bailar mas y lamentarlo mucho cuando me equivoque y sentirme muy feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y oír tu voz en mi oído y sentir tu piel contra mi piel y asustarme mucho cuando te enojes y un ojo se te ponga rojo y otro azul y tu pelo con frizz y tu cara oriental y decirte que estas increible y abrazarte cuando estés feliz y abrazarte más cuando sufras y desearte cuando te huela y ofenderte cuando te toque y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y babear sobre tu pecho y arroparte toda la nochey sentir frío cuando me saques el cubrecama y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y disolverme cuando te rías y no poder comprender por qué crees que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme cómo podrás pensar que yo sería capaz de rechazarte a vos y preguntarme quién sos pero aceptarte igual y contarte acerca del ángel del árbol del niño del bosque encantado que voló por encima del océano porque te quería mucho y escribirte poemas y preguntarme por qué no me creés y tener un sentimiento tan profundo que no pudiera encontrar palabras y querer comprarte un gatito y sentir celos de él cuando reciba más atención que yo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas y tirar los cigarrillos fumados y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te cases conmigo y que vos me digas que no otra vez
pero continuar pidiéndotelo porque a pesar de que vos creas que no lo hago en serio siempre fue en serio desde la primera vez y vagar por toda la ciudad pensando que está vacía sin vos y querer todo lo que querés vos y pensar que me estoy perdiendo a mí mismo y saber que estoy a salvo con vos y contarte lo peor sobre mí e intentar darte lo mejor de mí porque vos no merecés menos y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando realmente no quiera e intentar ser honesto porque vos lo preferís así y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches fuera de tu vida y olvidar quién soy e intentar acercarme a vos por ser hermoso aprender a conocerte y merecer lastima y hablarte en francés muy mal y en peor alemán y hacer el amor con vos a las tres de la mañana y de alguna de alguna de alguna manera comunicarte algo del abrumador y arrasador incondicional omnipresente que enriquece mi corazón y expande los límites de mi mente e interminable amor que nunca muere que siento por vos.

Capitulo 93 Rayuela (Julio Cortázar)

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
julio

Borges y Yo (Jorge Luis Borges)

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.