jueves, 12 de marzo de 2009

Mi Juguete Preferido

Cuando hablo de mi juguete preferido no me refiero a una cosa, a algo que uso como un elemento sin vida. Se me había regalado, y desde entonces yo elegía hacer todo con él, ya que despertaba todo lo potencial en mi. Entonces se me ocurrían cosas maravillosas y tontas, y todas las haciamos juntos, hasta dormir. Grande y heróico, tenia todo lo que yo ponderaba, aunque a veces lo veía frío, inmóvil, duro, falto de emoción.

Al tiempo reflexioné: esto no era tan bueno, una nena chiquita dependiendo de algo, yendo y viniendo con el mismo elemento día tras día como una adicción, dejando de lado la existencia de lo que me ofrecian el resto de mis juguetes. Entonces recordé que desde hacía mucho ya los había abandonado y me dió pena por ellos, sobre todo el osito que habitualmente iba conmigo desde pequeña, un peluche tierno y cariñoso, dulce y suavecito. Sentia una suerte de reproche sinlencioso de su parte, y tenía razón, era como una traición. Algo genial habia llegado a mi vida y habia dejado de lado lo que contruí anteriormente para entregarme a las aventuras de lo nuevo. Senti tristeza y no me pareció justo .

La mañana siguiente estuve dando vueltas solitariamente por toda la casa y a la tarde tomé la decisión. Enterre a mi juguete preferido en el patio.

Por la noche comence a sentir calor y sudor. Vino el médico, fiebre, remedios. Me puse mejor, mis viejos juguetes me acompañaban, yo estaba bastante aburrida y buscando algo que no sabía que era. Un nuevo dolor, ahora en el abdomen , sangre, médico, remedios. Al cabo de varios días me repuse , aunque no del todo, y ya cuando tomaba la última dosis de medicina de nuevo un calor inmundo, mi cuerpo era agua y ya no vino el médico, supongo que era porque ya no podía hacer más nada por mi. Día tras día la fiebre seguía, agua, calor, cuerpo, sangre, inflamación dolor, el hospital, análisis, estudios, y nada, médicos sin decir nada.

Tiempo después parecía reponerme y una nueva enfermedad atacó mi cuerpo, ya casi era algo normal asi que nadie se preocupó de más, ni yo, que ya estaba aburrida y me había acostumbrado a no sentirme bien. Y al segundo día de la llegada de la conocida bacteria fui al patio a tomar aire, a jugar un rato; entonces vi que la tierra estaba movida, ahí, donde lo había enterrado. Me acerque al agujero y miré, me pareció raro, senti tristeza de lo que había pasado. Yo habia perdido a mi juguete preferido.

Sanidad